Metales pesados en la alimentación animal

Debido a las características del medio, junto a la contaminación y otros factores, los animales de consumo pueden llegar a tener restos de metales pesados que en cantidades grandes pueden llegar a ser tóxicos para el ser humano. Hay gran cantidad de controles que realiza la Unión Europea para regular la seguridad alimentaria. En estos controles se debe realizar un exhaustivo control de calidad de piensos mediante el análisis de cereales y limitar los niveles de metales pesados.

Tipos de metales pesados

– Aluminio: su absorción presenta niveles bajos, apenas se acumula en los tejidos y, por tanto, en condiciones normales, no es un tóxico preocupante.

– Arsénico: raramente proviene de los animales de granja, más bien suele provenir de pescados, sobretodo si proceden de aguas contaminadas. Los niveles de tolerancia para los animales son de 50 mg/kg, mucho mayores a los que permite la legislación europea. Se acumula lentamente y su nivel de absorción es elevado.

– Cadmio: puede acumularse dentro del ser humano, especialmente dentro del riñón. Suele entrar en la cadena alimenticia a través de los suelos contaminados por fertilizantes a base de fosfatos y residuos urbanos. De ahí pasa a las plantas y por último a los animales. Por eso, se realizan análisis de cereales.

– Plomo: las fuentes de contaminación ambiental más altas fueron las gasolinas con plomo, aunque en la actualidad se esta reduciendo por las campañas de sensibilización y la entrada de distintas normativas de salud públicas. Este metal es grave riesgo para la salud pública, ya que provoca todo tipo de enfermedades, como hipertensión o problemas cardiovasculares.

– Mercurio: contamina principalmente los productos procedentes del mar. La única vía de entrada en los piensos es a través de lo que se conoce como harinas de pescado, por eso estos alimentos deben ser monitorizados en todo momento.

En definitiva, el análisis de cereales es fundamental para el control de calidad de piensos.

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