La cromatografía es un procedimiento de índole química por el que se procede a la separación de una determinada mezcla, como alimentos o materias vegetales, en cada uno de sus componentes y que tiene cada vez mayor predicamento en ámbitos como el de la industria alimentaria o el del análisis de piensos. Esta separación tiene relevancia tanto en orden a la determinación de la calidad de los elementos de la mezcla como para la evaluación cuantitativa de los mismos, con concreción del peso específico de cada componente en el conjunto.
Este procedimiento a examen queda constituido por dos fases: una primera fase que se denomina «estacionaria» y que, según el concreto supuesto en que nos hallemos, consta de un elemento en estado sólido o líquido; y otra posterior, conocida como «móvil», que se corresponde, también según el caso, con un elemento gaseoso o líquido.
¿Qué tipos de cromatografía existen?
En dependencia de la naturaleza de las anteriores dos fases y del género de los equilibrios que tienen lugar al tiempo de la transmisión de solutos entre aquellas, se obtiene la clasificación que sigue respecto de los tipos de cromatografía que existen:
– La cromatografía de elementos gaseosos, la cual se tiene por la técnica de separación de productos complejos que más elevado poder de resolución asegura para aquellos compuestos volátiles que son estables en términos térmicos. Por este motivo, ha devenido sumamente empleado en campos como el de la biología y la medicina.
– La cromatografía de líquidos es el más empleado de los procedimientos en nuestros días, y ello toda vez que no queda constreñido por el carácter volátil de la muestra. Además, puede afirmarse que, dentro de esta técnica, se da un más amplio espectro de fases fijas; lo que, a su vez, supone un aumento de sus facultades separadoras.
Gracias a las columnas cromatográficas de partículas menos voluminosas, se ha abierto el campo al desarrollo de nuevos procedimientos; con uno de los mejores ejemplos en la cromatografía de tipo líquido de resolución rápida que, a la vez que comportan resoluciones mejoradas, permiten un notable acortamiento del tiempo de retención.
En materia alimentaria, con independencia de sus destinos al consumo humano o animal, las principales aplicaciones de la cromatografía de gases son las que siguen:
– Concreción de los residuos de toda clase presentes en los productos, así como sustancias de tráfico ilícito, pesticidas, etc.
– Determinación de la composición de los sabores
– Examen de la pureza de los principios activos presentes en las materias primas
– Listado de nutrientes encontrados en los productos examinados e importancia relativa de cada uno de ellos (vitaminas, tipos de hidratos de carbono y proporción, etc.).
En conclusión, estamos ante una técnica imprescindible en nuestros días para el análisis de alimentos y cuyo protagonismo, de seguro, seguirá creciendo a futuro.